El papel del padre en el embarazo: todo lo que necesitas saber, Con la llegada de un bebé, la vida de una mujer cambia radicalmente, pero también la del hombre. La mayoría de las veces nos centramos en la condición de la futura madre durante el embarazo, sin enfatizar que el futuro papá también está «embarazado», aunque por supuesto, mamá y papá tendrán dos formas diferentes de lidiar con nueve meses. Diferentes, pero complementarias.
¿Cómo puede papá «experimentar» el embarazo? Se le confían tareas importantes: relevar a la madre de algunas tareas y motivarla, por ejemplo. Pero es importante que también empiece a buscar formas de interacción con el niño. A continuación, te mostraremos cual es el rol que debe adoptar el padre durante el embarazo.
La relación entre papá y mamá
Durante el primer trimestre, el padre puede sentirse excluido de la relación que se crea entre la madre y el bebé, aunque mamá también puede sentirse muy sola. El hecho de que la pareja pueda marcharse, aunque sea para ir a trabajar, puede interpretarse como un «abandono». Por eso el futuro padre debe hacer que la futura madre sienta todo su apoyo, por ejemplo:
- Acompañando a la madre a los reconocimientos médicos: las visitas médicas son un momento importante de compartir, imprescindible para fortalecer la relación con tu pareja y sintonizar con el bebé.
- Participando en los cursos preparto: hay cursos de preparación específicamente para parejas, diseñados para ayudar a los futuros padres a experimentar juntos los meses de embarazo. Entre las nociones que el padre podrá aprender, existen técnicas para asistir a la mujer durante el momento del parto mediante masajes o ayudándola con la respiración.
La relación entre padre e hijo
Es importante que el padre no solo piense en cultivar la relación con la madre, sino también con el bebé, cuando aún está en el vientre. ¿Cómo? Hablar con él, escuchar los latidos de su corazón sintiendo realmente la vida que se va formando y al bebé que nacerá.
Pero incluso tocar el vientre puede sentar las bases de una relación especial, por ejemplo, con la aptonomía o » ciencia del tacto». Esta es una disciplina nacida en Holanda en los años setenta que implica la práctica de la estimulación prenatal y la interacción física con el niño a través del tacto, con la ayuda de un médico especializado.
En la práctica, se trata de «comunicarse» con el bebé tocando el vientre: a partir del quinto mes, el bebé comienza a reaccionar ante los estímulos táctiles. A través de este tipo de contacto, el padre puede comenzar a conocer mejor a su hijo.
Sin embargo, la estimulación táctil no es la única posible, ya que también está la auditiva. A las 30 semanas, de hecho, el feto escucha casi todos los ruidos de fondo maternos, desde los sonidos de la digestión hasta los de los latidos del corazón y aprende a distinguir las voces de los padres, que empiezan a sonar familiares. Por eso es tan importante hablar con la panza de la madre: el bebé podrá aprender a memorizar la voz de los padres y recordarlos una vez que nazcan.
La relación entre padre, madre e hijo no es, ni debe estar desequilibrada. Cuando nace el bebé, mamá y papá deben comportarse como si fueran un equipo. División de tareas, colaboración y apoyo mutuo. Es una aventura que deben afrontar juntos incluso antes de que comience.